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José Gonzalez

Botánico Residente, Estación Biológica La Selva (OET)

 

Son pocos los bosques de Costa Rica, donde la biogeografía suele ser tan enigmática y sorprendente como en la Reserva Natural Las Brisas; justo cabría aquí proponer el axioma: “Donde las especies extremadamente raras, son localmente comunes”. Sin tender a la exageración, es casi seguro que en cada ladera de una fila, sumidad de un cerro o garganta de una quebrada, será factible hallar un taumatúrgico ecosistema sin parangón.

 

Como un verdadero relicto de las atávicas florestas de la Cordillera Central, aquí en el piedemonte piroclástico del Volcán Turrialba, pareciera que se hubiesen acorralado a todas aquellas extrañas criaturas nemorales, de otra forma aniquiladas a lo largo de este piso altitudinal.

 

Y bien, dejando el lenguaje retórico que suele despertar el recuerdo de los recorridos por la Reserva en mí, y enfocándome en mis efemérides como botánico y recolector, puedo decir con propiedad que en 19 días de intensa exploración hicimos acopio de 943 especímenes de plantas, distribuidos en 487 especies; y esto representa sólo una alícuota del maremágnum clorofílico que se preserva incólumemente bajo las bóvedas avasallantes de éstos prístinos bosques, donde hemos “subestimado” que existan alrededor de 3000 especies vegetales.

 

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